martes, 21 de octubre de 2008

Aniversario

Once años. Son los que cumples. Son los que cumplo. Sólo el tiempo transcurrido desde entonces sabe la verdad. Una puerta se abre y se cierra al unísono. Tenías la opción de quedarte fuera, podías elegir y elegí entrar. Una vez dentro las dos caminamos en sentidos opuestos, unidos en la espiral de la derrota. Proclamas victoria y grito auxilio. Aún retumban mis aullidos ahogados y silenciosos en la oscuridad y tú sueñas con la vida que te espera. Que te esperaba. Me volví despiadada conmigo y vulnerable contigo. Lo merecías, lo merecía. Tu tiempo se detuvo y mis meses siguieron pasando, transcurriendo entre cuatro paredes sin ventana a mi vida y con panorámica a tu destino. El que me habías dibujado. Un buen día, tras despertarte de tu prolongado bostezo, destrocé sádicamente tu dibujo. Los pedacitos de mi vida, de la vida que tú me habías elegido y a la que yo me había sometido, cayeron desperdigados al suelo. Nos miramos aturdidas, sorprendidas por la furia de mi reacción y comprendiste. Fue entonces cuando me dejaste frente a la ventana. Tú sabías que estaba junto a la pared y yo fingía que no la veía. La abriste para mí y saltaste sin tu paracaídas. Me lo quedé yo. Un regalo por las molestias ocasionadas. Once años después sigo conservándolo, aunque no he tenido que volver a abrirlo. 

1 comentario:

Pupu dijo...

Ay, mi niña... ya once años. Es la más fuerte.