domingo, 19 de octubre de 2008

Intermitente retorno

He vuelto. El rastro de las lágrimas secas aún perdura en tu rostro. Confío en que no sea imborrable. Por eso estoy aquí, por eso he desandado un camino ya demasiado largo, por eso te tomo de la mano sin temblar. Te he observado durante tanto tiempo en la distancia que temía que, cuando de nuevo te tuviese enfrente, desaparecieras como un espejismo. Temía que la fragilidad que delataban tus tropiezos te hiciera romperte en mil pedazos al recibir un gesto de ternura. Pero estás justo ahí, sentada, esperando, en el mismo sitio en el que te dejé. ¿Esperándome? Aparto el pelo de tu rostro, acaricio tus mejillas y me afano en intentar recuperar el tiempo perdido. Son demasiadas cicatrices ocultas por el velo del pasado. Sé que yo soy una de ellas. Mi reflejo en tu maltrecha piel confirma mis temores. Pero he vuelto. No quiero hacerte daño. Ni si quiera ser una de tus lágrimas secas. Prefiero tener la oportunidad de provocar un nuevo llanto. Llanto de sufrimiento, porque sólo el verdadero amante sufre. Pero también de éxtasis, porque un orgasmo sin llanto es fingido o poco pretendido. Aunque sea intermitente. He vuelto.

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