miércoles, 4 de febrero de 2009

¡Mentira!

Me acuso de engaño y soy consciente de la perplejidad que provoca.

No es mi intención dejar caer la decisión de volver sobre mis pasos sin haber retrocedido.

Pero avanzar es cuestión de voluntad y yo no quiero querer. 

Te dije que lo haría, pero ahora te digo que miento. 

Miento como el vulgar aspirante a ser nadie que nunca seré. 

La misma copia imperfecta que empezó acusando al resto de plagio y (nunca) se dio cuenta que ella no era. 

¿Quién es? Tú... tal vez.

Vuelvo a engañarme y te miro. 
Te busco. 
No te siento.
Lo siento. 

Sigo mintiendo.

lunes, 26 de enero de 2009

Extraña vejez

Ahora me acompaña y, sin embargo, sé que pronto se marchará.

Nos reencontraremos al cabo de los años y seguirá siendo tan diferente como ahora, parcialmente nublado y casi siempre gris, como el tono de mi voz cuando quiero ser solemne.

No es más que una pose. Solemnidad Vs. Rebeldía. Y siempre el mismo ¿ganador? Pero volveremos a vernos la cara. La mía más putrefacta y ensombrecida. La tuya lujuriosa y expectante. Radiante y luminosa. Majestuosa y victoriosa. Triunfante (siempre el mismo perdedor) frente al paso de los años.

Me agota. Estoy cansada. Y no pasan los años. No siento la vejez carcomer mis doloridos sentimientos. Quiero dejar de sentir. Necesito envejecer para que me reconozca(s). Me miraré en tu espejo (roto) y veré (una y otra vez) la misma polaroid.

Una instantánea fugaz. Sé que pronto te marcharás.

domingo, 18 de enero de 2009

Let it be

Déjalo estar. No merece la pena. 
Lloras, me vuelvo y sólo te veo si tú quieres que así sea. 
Soy así de pardilla... ¿o estoy así de perdida?

Es divertido perderse en la indecisión. 
La que tú practicas a mi me cabrea. La que yo ejerzo me reconforta y aísla. 

Sé que no te gusta, pero te pedí que me dejaras verte, no sólo si tú querías. 
No quisiste ni me dejaste y tu llanto se volvió eterna sonrisa de desconcierto.

Todo pasó, hasta el tiempo. Pero sigo escribiendo en presente.

martes, 21 de octubre de 2008

Aniversario

Once años. Son los que cumples. Son los que cumplo. Sólo el tiempo transcurrido desde entonces sabe la verdad. Una puerta se abre y se cierra al unísono. Tenías la opción de quedarte fuera, podías elegir y elegí entrar. Una vez dentro las dos caminamos en sentidos opuestos, unidos en la espiral de la derrota. Proclamas victoria y grito auxilio. Aún retumban mis aullidos ahogados y silenciosos en la oscuridad y tú sueñas con la vida que te espera. Que te esperaba. Me volví despiadada conmigo y vulnerable contigo. Lo merecías, lo merecía. Tu tiempo se detuvo y mis meses siguieron pasando, transcurriendo entre cuatro paredes sin ventana a mi vida y con panorámica a tu destino. El que me habías dibujado. Un buen día, tras despertarte de tu prolongado bostezo, destrocé sádicamente tu dibujo. Los pedacitos de mi vida, de la vida que tú me habías elegido y a la que yo me había sometido, cayeron desperdigados al suelo. Nos miramos aturdidas, sorprendidas por la furia de mi reacción y comprendiste. Fue entonces cuando me dejaste frente a la ventana. Tú sabías que estaba junto a la pared y yo fingía que no la veía. La abriste para mí y saltaste sin tu paracaídas. Me lo quedé yo. Un regalo por las molestias ocasionadas. Once años después sigo conservándolo, aunque no he tenido que volver a abrirlo. 

lunes, 20 de octubre de 2008

Alunizaje forzoso

Llegué sin avisar
Nadie me esperaba
Era de esperar

Me dijeron que volviera más tarde
La paciencia nunca me fue devuelta
Se me olvidó en el rellano

Siempre quise recordar dónde
Un camino de vuelta donde nadie espera
No merece la pena

Ni el recuerdo pretendidamente olvidado
Ni el rellano vacío
Ni la paciencia resuelta

Por fin un aviso escuchado
Alguien espera
Sé dónde y no pretendo olvidarlo.

Pisadas

Sea como sea sigues haciéndolo. Te he dicho mil veces que no lo pises, pero insistes en seguir su rastro y regodearte en su viscosidad. Es tan fácil como mirar al suelo, fijarte por dónde caminas, pero no hay manera. Dicen que da suerte, pero nunca creí en las supersticiones absurdas e infundadas por absurdos supersticiosos, así que lo tuyo no es cosa de la fortuna sino de la metafísica. La metafísica de lo absurdo, que diría uno, y de los tubos, que diría otra. Pero la tuya, literalmente, es la metafísica de la mierda. Olor que rastreas, cabeza que pierdes, mierda que pisas. Son las tres premisas. Cosa de brujería o simple regla de tres. En tu caso regla de dos: tú y el recuerdo del can. Ante tanto infortunio, sólo me queda un consejo que tiene poco de meta y mucho de físico: cambia tu rumbo...o deja de caminar.

domingo, 19 de octubre de 2008

Intermitente retorno

He vuelto. El rastro de las lágrimas secas aún perdura en tu rostro. Confío en que no sea imborrable. Por eso estoy aquí, por eso he desandado un camino ya demasiado largo, por eso te tomo de la mano sin temblar. Te he observado durante tanto tiempo en la distancia que temía que, cuando de nuevo te tuviese enfrente, desaparecieras como un espejismo. Temía que la fragilidad que delataban tus tropiezos te hiciera romperte en mil pedazos al recibir un gesto de ternura. Pero estás justo ahí, sentada, esperando, en el mismo sitio en el que te dejé. ¿Esperándome? Aparto el pelo de tu rostro, acaricio tus mejillas y me afano en intentar recuperar el tiempo perdido. Son demasiadas cicatrices ocultas por el velo del pasado. Sé que yo soy una de ellas. Mi reflejo en tu maltrecha piel confirma mis temores. Pero he vuelto. No quiero hacerte daño. Ni si quiera ser una de tus lágrimas secas. Prefiero tener la oportunidad de provocar un nuevo llanto. Llanto de sufrimiento, porque sólo el verdadero amante sufre. Pero también de éxtasis, porque un orgasmo sin llanto es fingido o poco pretendido. Aunque sea intermitente. He vuelto.