miércoles, 4 de febrero de 2009

¡Mentira!

Me acuso de engaño y soy consciente de la perplejidad que provoca.

No es mi intención dejar caer la decisión de volver sobre mis pasos sin haber retrocedido.

Pero avanzar es cuestión de voluntad y yo no quiero querer. 

Te dije que lo haría, pero ahora te digo que miento. 

Miento como el vulgar aspirante a ser nadie que nunca seré. 

La misma copia imperfecta que empezó acusando al resto de plagio y (nunca) se dio cuenta que ella no era. 

¿Quién es? Tú... tal vez.

Vuelvo a engañarme y te miro. 
Te busco. 
No te siento.
Lo siento. 

Sigo mintiendo.

3 comentarios:

Héctor Panti González dijo...

Interesante la idea...la mentira más trascendental termina siendo nuestro entender de la vida...no es como me lo contaron, pero tampoco es como yo lo veo...

ALBERTO dijo...

Cuál es la peor mentira? vivir engañado o vivir engañando a los demás. El dolor es mas profundo e irracional cuando se traiciona uno mismo.
Buen texto autora siga mintiéndonos por favor...

opio dijo...

Te empeñas en interpretar la existencia como el espacio hueco entre lo onírico y lo físico, y esa correlación es completamente ilusoria: hasta la más íntima de tus expectativas pertenece al mismo mundo donde reposa tu carne. Sin embargo insistes una y otra vez en arrancar de la tierra toda esa frustración que, simplemente, no te pertenece.

Mientes cuando dices que avanzar es proponérselo porque ni tú decidiste empezar ni nadie te invitó a crecer unos centímetros más y, aunque tu voluntad fuera terminar ahora mismo, continuarías pudriéndote irremediablemente siguiendo el compás de las algas y los halcones que mueren sin preguntas.

Te quiero más que cuando nos quisimos y el tiempo nos aplasta a los dos por igual; pero tú no dejas de imaginarte y así yo no puedo vivirte.